Rodrigo Villalba Mosquera
La campaña presidencial se está dando al pie de la letra como lo anuncié hace un par de semanas en esta misma columna. Lo estamos palpando en una sociedad polarizada, donde la guerra sucia, las mentiras y las verdades a medias, son el insumo diario para desacreditar tesis y candidatos. Estamos frente a una de las campañas más pesadas, con candidatos madurados como aguacates (a punta de encuestas y periódicos), sin propuestas de fondo y con mucha agresividad. Y los mejores, sin oportunidades de que la opinión pública aprecie lo que ellos representan.
En esta campaña de polarización y de extremos entre derecha e izquierda, la ciudadanía no está estimulada a votar por el candidato ideal, por el mejor, sino contra el que representa el otro extremo. En este entorno están conduciendo a que medio país vote contra el candidato de Uribe y la otra mitad a votar contra Petro. Absurdo, pareciéramos irracionales, motivados por instintos primitivos y no por el raciocinio propio de las sociedades civilizadas, en donde un tema tan serio, como elegir el presidente que regirá los destinos de la patria en los próximos cuatro años, y especialmente en esta coyuntura de dificultades y crucial para el país, deberíamos todos estar buscando alternativas hacia un candidato que genere un espacio de no más polarización, uno que con sus actuaciones garantice de verdad la unidad de país, para que con grandeza todos seamos convocados y podamos aportar para enrutar nuestra amada Colombia.
Hay un candidato del que todos hablan en voz baja, calificándolo como el más erudito e idóneo para regir los destinos de Colombia, pero tímidamente se quedan ahí por la polarización misma. Se trata de Humberto de la Calle, el jurista, el humanista, el estadista, al que le cabe el país en la cabeza, el que tiene más para mostrar en los últimos cincuenta años, como que fue el arquitecto de la Constitución del 91, la de los derechos, la de la tutela, la que todos defendemos; el que sacrificó 5 años de su vida con dedicación patriótica para sacar adelante el proceso de paz.
El martes anterior cuando el Partido Liberal en pleno se reunió con su candidato, para unificarnos en la causa común hacia las elecciones del 27 de mayo, el Doctor de la Calle me ofreció la dirección nacional de su campaña, la cual acepté como un alto honor y un reto, convencido de que tenemos la mejor carta de presentación ante los electores.
De La Calle es un Liberal de verdad. El de más años y el único de ideas frescas. Pluralista, incluyente y honrado. Nunca se ha visto ni se verá envuelto en ningún escándalo.
La estrategia no es otra que invitar al país a votar, no en contra de un candidato, sino por el mejor, Humberto de la Calle, el de la mejor hoja de vida.

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