lunes, 30 de abril de 2018

Disidentes favoritos

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Mi disidente modelo es De la Calle. Él no ha perdido la visión que adquirió cuando era estudiante.

Rudolf Hommes


Por: Rudolf Hommes
06 de mayo 2018 , 01:24 a.m.



En una sociedad represiva se prestan personas conformistas a propagar ‘verdades oficiales’ que contribuyen a la creación de un clima general de mentiras que corrompe, le hace daño a todo el mundo y es un vehículo de control social. A esto se refiere un ensayo de Vaclav Havel sobre el poder de los que no tienen poder, escrito hace unos 40 años pero que adquiere mayor vigencia ahora por la forma como se diseminan las noticias y los conceptos falsos en las redes sociales.

El Estado no tiene necesidad de intervenir, aunque los medios contribuyen por su cuenta o por encargo a que esto suceda más aceleradamente y con un mayor alcance, tratando de competir con las redes sociales en lugar de detectar falsedades y hacer control de calidad de la información.


El que se rebela y habla claramente en esta situación, en la que predomina la falsa información, es alguien que no resiste ser parte de ese consenso. La escritora británica Sarah Bakewell dice que esa “rebelión no se deriva de creencias políticas, sino de una repulsión instintiva a mentir y una afirmación de humanidad, aun a riesgo de la propia vida”. El comportamiento político de esas personas “se basa en su descubrimiento de que es imposible no ser íntegramente un ser humano”... Havel, por ejemplo, “permaneció leal a la perspectiva de disidente, aun cuando fue presidente de su país, y nunca olvidó cómo se ve el mundo desde una prisión, o desde afuera de los círculos de poder” (‘Vaclav Havel is my model disident’, ‘The Guardian’, 15 de septiembre de 2010).

Mi disidente modelo es Humberto de la Calle. Él tampoco ha perdido la visión que adquirió cuando era estudiante de provincia, seguidor de poetas nadaístas, cantante aficionado de tangos y militante de movimientos estudiantiles. Sigue siendo un disidente después de haber ostentado cargos que le concedieron mucho poder. No renuncia a decir con claridad lo que sabe, como ahora cuando salió a defender la paz, su criatura, y desbarató el consenso que se había formado alrededor de la idea de dejar morir la paz, como la pinta Matador, hundiéndose lentamente en un Titanic que el mismo caricaturista no percibe que es Colombia.

¿Por qué tanta molestia con lo que dijo?, pregunta Poly Martínez en semana.com. La respuesta que ella misma ofrece es que De la Calle se tiró a todos los que deliberadamente, por omisión, negligencia o incompetencia, están minando el proceso de paz, que son los que detentan el poder, los guerrilleros reinsertados, beligerantes o disidentes, las mafias nacionales y extranjeras, y posiblemente otros gobiernos o sus agencias. Esto último le dio impulso a su inquietud de que descuidando la paz se esté afectando la seguridad nacional. La reacción de muchos de ellos ha sido condenarlo al ostracismo y dejarlo solo; no por mucho tiempo, sin embargo.

El mismo día de su declaración ya estaban convocando una manifestación en el parque de los Periodistas el primero de mayo para respaldarlo. Y comenzaron a escribir a su favor las columnistas. Cecilia Orozco, Poly Martínez, Catalina Ruiz-Navarro y Patricia Lara lo han acompañado en su solitaria defensa de la paz y la soberanía. Posteriormente le dieron la razón el 73 por ciento de los encuestados por Gallup, que piensan que la paz no va por buen camino (¿por qué se la están tirando?).

Como estoy cansado de marrulleros, de cacos, de roscas que quieren imponer su visión sin otro fin que detentar poder, de borregos que han renunciado a pensar y a elegir, y delegan en otros esas funciones, entregándoles su libertad, voy a votar por De la Calle. Si no ganamos ahora, lo harán muy pronto otros que canalicen radicalmente la insatisfacción y la indignación existentes.

RUDOLF HOMMES
REPOSITORIO U.N.: documentos en PDF

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