martes, 26 de enero de 2021

Biden: del invierno a la primavera



Por Gonzalo Duque-Escobar*

Sale de la Casa Blanca Trump, el primer presidente de Estados Unidos en ser enjuiciado dos veces, tras la votación en la Cámara de una moción en su contra con voto favorable de diez republicanos y de todos los demócratas. Este segundo juicio en contra de Trump, que seguirá su curso incluso habiendo terminado su mandato, requerirá de dos terceras partes del Senado para declarar su culpabilidad; y de ser condenado, puede ser objeto de una segunda votación, requiriendo esta mayoría simple, para que no pueda ocupar cargos públicos e impedirle aspirar en 2024.

Mientras George Washington, uno de los padres fundadores de Estados Unidos tras la aprobación de la Constitución de 1789, fue el primer presidente del país y único mandatario que ha ganado en todos los estados sin ninguna bandera partidista, el republicano George W. Bush se destacó como uno de los mandatarios con legado negativo, y Barak Obama se ha recordado como un presidente muy bueno. Similarmente, el republicano Theodore Roosevelt (1901-1909) y el demócrata John F. Kennedy (1961-1963) aparecen entre los más notables, e incluso el demócrata Truman y el republicano Reagan, aunque sobre esto divergen los historiadores.

Ahora llega el Partido Demócrata, caracterizado filosóficamente por el liberalismo moderno, afín a programas sociales, protección del medio ambiente y apoyo a las minorías, con Joe Biden acompañado de Kamala Harris la primera mujer que ocupa la vicepresidencia, lo que explica el viraje favorable de Estados Unidos al Acuerdo de París sobre cambio climático. Contrariamente, los republicanos ideológicamente se podrían catalogar de «conservadores laicos», practicantes del conservadurismo fiscal, una doctrina defensora del libre mercado, enemiga de la intervención del Estado, y de frontal oposición a socialistas y comunistas.

Cerrado el telón de un mandato polémico con connotaciones fascistas, donde el desafío era permanecer vigilantes y resistir en medio del caos y la incertidumbre, por el extremismo que caracterizó no solo su campaña electoral hace cuatro años, sino también a su gobierno de sabor autoritario enfocado en la prohibición de la inmigración musulmana, la construcción del muro en la frontera con México, la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y la derogación de las reformas financieras, entre otras pestes, llega la calma de un mandato que arranca de forma opuesta, serena y amigable, a cambiar las cosas.

Ya no veremos los desplantes y desprecio al orden liberal internacional del gobierno americano observados en la guerra comercial transatlántica de junio del 2018 contra la Unión Europea, desconociendo la complejidad de un mundo menos cooperativo y con una creciente rivalidad geoeconómica, agravada por la actitud aislacionista de Estados Unidos, frente a unas instituciones multilaterales cada vez más débiles, máxime ahora que la política China, con las “nuevas rutas de la seda”, apunta a invertir las relaciones comerciales a nivel global.

Recordemos también que sin mucho esfuerzo la asertiva China, pudo vencer a Estados Unidos en una guerra comercial impulsada en 2018 por Trump, quien quiso imponer aranceles de US$360 mil millones de dólares a las importaciones de China, bajo el argumento de que las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar, ya que allí perdieron los consumidores estadounidenses pagando más por la vía de los aranceles.

Y aunque Estados Unidos, superando las 400 mil víctimas mortales es el país más golpeado por el coronavirus en el mundo, Joe Biden que respetará la dignidad de la Organización Mundial de la Salud OMS, ha cambiado el tono de la Casa Blanca hacia la pandemia, con una política sanitaria basada en decisiones soportadas en la ciencia y en la planificación. Recordamos que para Trump la pandemia del Covid-19 en febrero, solo era una enfermedad cinco veces más mortal que una gripe.

Aunque las políticas migratorias norteamericanas, violatorias de los derechos humanos, no comenzaron con el presidente saliente bajo su gobierno, alcanzaron dimensiones antes desconocidas de estigmatización racial, cultural y de origen. Por fortuna con la nueva postura sobre migrantes de Biden, no sólo la relación con Venezuela cambiará de enfoque, sino también la política migratoria que sufrirá una reforma estructural, en beneficio de miles de indocumentados que se regularizarán y de solicitantes de asilo cuyo programa se había corrompido.

* Profesor Universidad Nacional de Colombia http://godues.weebs.com [Ref.. La Patria, Manizales 2021-25-01] Imagen: Día uno en la era Biden - Portada-Time.

ENLACES U.N:

Acciones frente al clima y el desarrollo.

América Latina: oportunidades en la economía del conocimiento. 

Bosques, cumbre del clima y ENSO.

China: logros y desafíos del PCCh

Clima extremo, desastres y refugiados.

Colombia, ¿y la inequidad qué? 

COP21, un reto social y político a nivel global.

CTS, Economía y Territorio. 

Crisis social por disfunciones económicas en Colombia. 

Crecimiento con deuda social.

¿Crecimiento volátil con Empleo vulnerable? 

¿De la polarización a la democracia?

Desafíos económicos post-pandemia.

Economía colombiana: crisis y retos.

Introducción a la teoría económica. 

La UE frente al desafío del siglo XXI

Latinoamérica frente a la era Trump.

Latinoamérica en crisis.

Las nuevas rutas de la seda y el viraje geopolítico.

Los frágiles cimientos de la democracia.

Medio ambiente, mercado y Estado.

Migrantes venezolanos.

Mingueros… ¿negociación de fondo?

Navidad y Año Nuevo, en el punto de quiebre.

Pensamiento crítico para construir la Paz. 

Textos “verdes”

Tercera vía y desarrollo en Colombia. 

Tierra y ruralidad en Colombia.

Un pacto con la sociedad y la naturaleza.

Un país con grandes retos ambientales.



miércoles, 20 de enero de 2021

Elogio del Centro SINP

 

Revista Eje 21. 18 de enero de 2021


POR HUMBERTO DE LA CALLE


Confieso que me pareció tan estéril la discusión sobre la inexistencia del centro político, que decidí no perderle tiempo. Pero como la cosa sigue y, al parecer, tiene ciertos efectos, el deber llama.

En alguna facultad de psicología social de California, se hizo un estudio de campo que mostraba que la distribución de la población en términos de preferencias políticas configura espontáneamente lo que en estadística se conoce como “curva de distribución normal”. Es la típica campana que en los extremos se adelgaza. La población tiende a ubicarse en el centro de la campana. Un poco a la derecha, un poco a la izquierda. Pero los espacios apendiculares de los extremos son muy poco apetecidos. La cosa no es que sea demasiado original. Las últimas encuestas en Colombia muestran lo mismo: una prevalencia del centro. Por tal razón, la afirmación de que el centro no existe es un tanto bizarra. Es una confusión cognoscitiva. Se dice que no existe porque se desea que no exista. Quienes se ubican hacia los lados de la campana simplemente quieren halar a los demás. Es sencillamente pensar con el deseo. El otro grave padecimiento de esa tesis, es que confunde las críticas al liderazgo de centro con las preferencias intuitivas de la población. Puede decirse que quienes opinamos y nos situamos en el centro somos una manada de ineptos. Santo y bueno. Pero decir que no existe el centro, o sea, la gente que espera de la política soluciones no radicales, algo de sosiego y mucho de esperanza, es realmente un disparate.

Basta mirar el siglo 20 para encontrar algo evidente: el gran progreso de la humanidad se hizo desde el centro y en oposición al extremismo. Hubo avances materiales, científicos, sociales y democráticos inigualables. Este siglo no pinta bien porque hay un ejercicio dispersivo de la política, plagado de populismo y de proyectos hegemónicos. Eso solo quiere decir que hay riesgos. Pero no que el centro sea una cosa desteñida. Como lo dijo el colega Andrés Hoyos, lo que el centro tiene es mucha fibra, sometida a un proceso de racionalización por fuera de las pasiones y la explotación de las emociones.

Posibles candidatos del centro serían Fajardo, Alejandro Gaviria, Mauricio Cárdenas, Marulanda, Cristo, Roy Barreras, Galán, varios del Verde, Luis Gilberto Murillo. Y se podría agregar a Robledo dado su reciente papel al lado de Fajardo. Y a Ángela María. Gente es lo que hay. Hay gente destacada de sobra en el centro pero aún carece de mensaje claro.

Es, pues, cuestión de convenir un programa, decir cuáles son los límites ideológicos y proceder a una tarea de organización que, como lo he repetido, no debe empezar por quién, sino cómo y para qué.

Coda: ejemplos de lo que no cabría en un programa: disparar a manifestantes, masacrar campesinos cultivadores, derogar unilateralmente el Acuerdo, borrar la separación de poderes, negar las graves violaciones de derechos humanos, debilitar una política exterior equilibrada, mantener exenciones privilegiadas, mezclar religión y gobernanza, disminuir los derechos de la mujer, discriminar por identidad sexual, dar marcha atrás en el cuidado del ambiente, dejar que el señor Gini siga haciendo estragos. En fin. Volveremos también con lo que sí hay que hacer.